Yo tambien

mayo 26, 2010

¿Y que dicen los hombres? (2/4)

Les presento la CARTA NUMERO 2 en su primera parte.

Querida Doctora Corazón:

Bueno Belkis, sabes que estoy jugando pues típicamente estas cartas comienzan con este encabezamiento y como no acostumbro a escribir pidiendo consejos o abriendo mi “corazón” a este tipo de columna pensé romper el hielo con eso.

Ahora en serio. Preguntas a tus amigos si han sufrido de violencia doméstica en sus relaciones. Creo que la mayoría de nosotros (el sexo masculino) tendrán que pensar bien esta pregunta antes de responderte, pues para nosotros el tipo de “violencia” que viene a la mente cuando se habla de este tópico suele consistir de golpizas y violencia física, vis-a-vis, lo que experimentan muchas mujeres a manos de hombres (y uso la palabra muy libremente). Pero leyendo tu columna educativa más a fondo se da cuenta uno que la violencia a que te refieres existe en una amplia gama de acciones hacia la pareja y que no solamente se refiere a la violencia física.

Yo estuve casado brevemente (menos de cuatro años) después de haber sido felizmente soltero por más de diez, con una mujer que al conocerla era aparentemente “normal”. Salimos como pareja, vivimos juntos, y un día decidimos casarnos. En aquel entonces yo tenía 50 años y ella 37.

Todo parecía normal en nuestra relación con la excepción de cuando le llegaba la menstruación (muy regular ella, por cierto). Sufría de lo que yo pensaba era PMS, síndrome a que hoy en día, en mi humilde opinión, se le atribuye una infinidad de malas conductas, con mil disculpas a aquellas que en realidad sufren de esto. Bueno, cuando estaba en su apogeo era sumamente celosa y malhumorada. Hago esta aclaratoria como explicación de la razón por la cual dure los tres años y pico que estuvimos casados. O sea, por ese tiempo le achaqué su comportamiento, en parte, al PMS que me convencí sufría. Era eso o pensar que estaba loca, y yo no creía que mi sentido común estuviera tan jodido.

Entonces, al grano. Uno de los primeros incidentes, que por cierto me costó un récord criminal como esposo abusivo sucedió así: Estábamos una noche en casa, mirando un programa de televisión cuando salió un comercial de shampoo. Como de costumbre, ponen unas mujeres con cabello largo, brilloso, sedoso, en fin, saben a lo que me refiero. Cometí el error de comentarle a mi esposa que el cabello de la muchacha en el comercial era bello…OJO…no se le veía la cara a la mujer, solamente sus manos adulando esa melena. ¡Para que fue eso! Me insultó, me preguntó si me quería acostar con ella (no en palabras tan decentes como las que uso aquí) y por ahí comenzó tremenda pelea.

Yo nunca le he pegado a una mujer. Tengo hermana y tres hijas. Por evitar que la pelea escalara, recogí mis llaves y le dije que iba a dar una vuelta en carro hasta que se calmara. Se me lanzó encima y me arrebató los lentes (quienes me conocen saben que soy casi ciego, no veo una papa sin lentes). Además de arrebatarme los lentes, empezó a romperlos. Saben lo caros que son los lentes hoy en día, además, temía ceguera temporaria hasta que pudiera conseguir otros, así que forcejeé con ella para quitárselos de las manos. REPITO, no le pegué, solamente estaba tratando de rescatar mis lentes de sus garras. Cuando lo logré, comenzó a gritar como loca y llamó a la policía.

Mientras tanto, yo ajeno a lo que hacía, había acudido a la cocina en busca de una herramienta para tratar de enderezar mis lentes e irme de esa casa para evitar más problemas. Sorpresa, cuando regreso a la habitación matrimonial, estaba con la operadora de 911 diciéndole que la había atacado, es más le dijo que tenía un arma. Cuando oí eso, le grité a la operadora desde la puerta que no era un arma, sino un alicate y un destornillador. De nada valió, vino la policía, me arrestaron y estuve desde el viernes por la noche hasta el domingo cuando mi cuñado me sacó de la cárcel como un criminal común.

Obviamente, no volví a la casa inmediatamente. Ella, a los días de yo haber salido de la cárcel, me rogaba que volviera, que estaba arrepentida, que no volvería a pasar, etc. Como buen comemierda que soy (perdonen la palabra, los cubanos hablamos así), le creí y, a pesar de advertencias de mi cuñado (que es policía), volví a casa. Tuve que ir a corte. Ella le escribió una lindísima carta al juez admitiendo todo lo que había transcurrido. Mi caso fue despedido. Pero este estúpido paso tres días en cárcel, y adquirió un récord criminal.

La implicación de este récord es que a la vez que uno lo tiene, ella solamente tiene que llamar a la policía y susurrar que estoy en las mismas andadas y voy preso de nuevo, pero no por tres días, sino por un largo tiempo. Amenaza que me intimó más de una vez.


Nota de Belkis: Continuará...

0 comentarios :

Publicar un comentario

Los blogs son para opinar y sentirnos libres. Para lograr una buena dinámica agradezco hacer comentarios apropiados, ajustados a la temática; de lo contrario, NO serán publicados.