Yo tambien

octubre 22, 2010

Realidad Negada: violencia doméstica en los homosexuales (3/5)

Carta de un gay para mi blog:
Me llamo Andrés Rodríguez, tengo 48 años. Mi historia de violencia con Julio fue un tanto particular.

Inició de manera normal, mi relación era perfecta, los problemas fueron generados en resumen por la desconfianza sembrada por amistades. Al inicio noté cierta apatía, cosa que no era para nada normal. En nuestro compartir de todos los días, lo más importante era la hermosa amistad que también nos unía. Julio fue cerrándose y al final llegó el momento que le pregunté ¿qué te pasa amor?

El casi no me prestava (sic) atención, una tarde decidí que era el momento de saber, comenzó una discusión; él me dijo tantas cosas, cosas que según él le generaban problemas, esto siguió adelante por meses. No mentiré diciendo que llegamos a las manos pues no es cierto. Solo terminas de vivir con alguien que de un momento a otro, cambia radicalmente. No faltaron comentarios como “tienes que estar más pendiente de tu aspecto Andrés, te ves terrible". Cuando no, se salía temprano y así me ignoró por completo durante meses.

Yo inicié la búsqueda, una ayuda, después de sentirme en depresión y con una autoestima golpeada busqué cuál podría ser el motivo de tantos problemas. Terminé por darme cuenta que los comentarios de ciertas personas eran la causa de que Julio cerrara la puerta con despresio (sic).

Para cuando empecé a sentir que no se podía seguir adelante, el deterioro de nuestra relación era avanzado y antes de continuar sumergiéndome en un estado de autoestima donde esta ya no era sana, me sentía incómodo, inadecuado, sentía temor de las personas y de que Julio en cierta forma terminara por golpearme, cosa que no sucedió.
Así que, con un grave estado de ánimo por sus palabras de una u otra forma de despresio (sic) contínuo, tomé mis cosas y me largué lo más lejos posible.

No fue fácil cancelar email, cambiar teléfono y empezar la vida solo otra ves (sic). Durante cinco años viví aparentando que me separé de mi mujer y que no estava (sic) de ánimo para otra relación, que ellas eran solo un problema. Cuando en realidad al estar solo en mi habitación no hacía más que llorar, pues los prejuicios valen más en este sistema social y a él, lograron afectarle de forma bastante fuerte.

Un amigo me comentó que Julio se inició en un giro alcohólico. ¿Para qué mentir? yo también tomaba en las noches para calmar mi soledad, al menos eso me repetía a mí mismo. La verdad, busqué soporte psicológico, mis heridas anímicas se hacían demasiado grandes para mí.

Hoy en día vivo con otro, lejos y tranquilo. Marcelo es una persona especial, lo encontré durante las visitas de terapia, él también tiene sus heridas, pero existe comprensión y harmonía (sic) y lo más importante, ya no estamos más solos.

Ni él ni yo prestamos importancia a comentarios, seleccionamos nuestros amigos y si existe algún pequeño fastidio lo comentamos, dándonos oportunidad de crecer. Nada es perfecto pero mi voluntad y la de Marcelo finalmente me dan seguridad. Mi autoestima está mejor que nunca, no nos maltratamos ni con palabras ni con gestos.

Ya son dos años que estamos juntos y creo que serán muchos más, existe comprensión y lo más importante comunicación entre los dos. No sé que más contarte, que ya no lloro, que ya no existe vacío, y si tomamos es en dos, sin exagerar. Espero Dios proteja mi relación.

0 comentarios :

Publicar un comentario

Los blogs son para opinar y sentirnos libres. Para lograr una buena dinámica agradezco hacer comentarios apropiados, ajustados a la temática; de lo contrario, NO serán publicados.